Justo hace un año conocí a alguien increible. Apareció en mi vida por casualidad, bueno, más bien lo hice yo. Otro país, otra ciudad y otra gente; corto pero intenso, más bien mágico...
Julio del 2010, el verano de nuestras vidas, mi mejor amiga y yo cerrábamos una etapa de nuestras vidas muy especial para empezar otra genial. Lugar de desfase LA, concretamente: Bus Party. Sí, como imagináis un ambiente genial, buena gente, alcohol, y objetivo a la vista... el chico guapo del bus.
Mi amiga y yo llegamos allí, no conocíamos a nadie, ¿por qué?, porque no íbamos a las clases de inglés que teníamos contratadas, nos dedicamos más bien al turismo, ya sabes, a recorrer las inmensas playas californianas junto con nuestra otra amiga. En fin, pronto nos integramos en el grupo: tres, dos, uno... ¡acción!.
De fiesta por Hollywood Bulevar, Santa Monica... un bus convertido en discoteca, y como he dicho antes, cierto vasco rondando por allí. ¿ Qué hice?, lo que me salió. Me acerqué al chico y le dije: - ¿ Qué hace el chico más guapo de la fiesta aquí sólo?( inico de la conversación).
Inicio que se prolongó, ya que tuvo desenlace. Él se acercaba, yo me acercaba... sucumbimos.
A 10.000 km de casa, en una ciudad de infarto, con un chico estupendo. Una fiesta que se alargó en la piscina de mi residencia, donde todos nos quitamos la ropa y nos bañamos, claro, hasta que llegaron los de seguridad, salimos corriendo, cogimos la ropa, y escapamos para evitar el marrón. Sí, típica escena de American Pie.
Tras la tormenta, amanecí, con buena compañía la verdad. Empezaba el nuevo día, yo me iba a la piscina, y él a clase. Era mi último día en la ciudad, y decidimos quedar por la noche para despedirnos.
Esa tarde, en escena: maletas, mi amiga y su amigo hablando conmigo desde la litera, yo en el suelo, y una voz de lejos que le preguntaba a mi roommate por mi, y de repente... ¡Sorpresa!apareció por la puerta de mi habitación el chico monísimo que conocí la noche anterior. Se sentó en el suelo, a mi lado, y quedamos en vernos esa misma noche, antes de marcharme.
Llegada la noche él me llamó, yo estaba en la playa. Allí vino él, me despedí de mis amigos y me fuí. Paseamos un rato hasta acercarnos a una de esas típicas casetas de socorristas americanas, subimos, y nos sentamos.
Parados frente al mar, dos desconocidos, ambos estudiantes españoles, coincidimos, el destino decidió que nos encontráramos en ese país, justo el día antes de volver a nuestra tierra. Allí, en esa caseta, empecé a conocer a un chico increible, especial, genial... Me acompañó a mi residencia, esperó junto a mí al taxi que me llevaba al aeropuerto de vuelta a casa. Me abrazó, nos besamos, nos despedimos, y desde ese día no he dejado de pensar en él...
Te he fallado, pero esto es demasiado especial como para olvidarlo. Para ti, mis mayores deseos, te debo una Jokin.
martes, 3 de agosto de 2010
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