viernes, 14 de mayo de 2010

Enamorarse, casarse, y ser madres...¿rompemos las reglas?

Enamorarse, casarse, y ser madres...¿rompemos las reglas?

¿Hasta qué punto podemos luchar contra la presión que la sociedad ejerce sobre nuestras vidas? Nacemos, empezamos el colegio, después el instituto y entonces llega el momento de elegir. Tres opciones: universidad, trabajo o universidad y trabajo.
Acabas la carrera, ahora toca... ¡buscar pareja!, sinó empezarán a agobiarte, una vez elegida la persona junto a la cual vas a pasar el resto de tus días podrás decir eso de: ¡he encontrado a mi media naranja!. Unos años de noviazgo después... ¡boda!. Pasado el año de matrimonio, ¡ a procrear!, eso o prepárate para ser objeto de especulaciones: que si estos no pueden tener hijos, que si ella tal...
¿ Hecho ésto qué? ¿ ya está? ¿ Sólo queda la rutnia?... ¡Qué triste!

Sí, hay infinidad de caminos que escoger en la vida, mil decisiones que tomar, mil cagadas que cometer, a las cuales le siguen las mil veces que debes obligarte a levantar cabeza y continuar.

Durante toda nuestra adolescencia disfrutamos incalculables cambios en nuestras vidas, nuevas experiencias, mucha gente pasa a ser importantísima para nosotros, pero vivimos también con una presión...hay que elegir. Hay que decidir con sólo 16 años si queremos seguir estudiando o ir a trabajar. Yo decidí seguir estudiando, tenía muy claro lo que quería hacer en mi vida, o al menos era la sensación que tenía. Pensaba que podía comerme el mundo y estaba dispuesta a intentarlo.
Hice bachiller bajo la presión de tener que sacar muy buena nota para poder estudiar lo que me gustaba. En fin, la presión no impidió que viviese dos años increibles en los cuales conocí a gente espectacular y empecé a conocerme a mi misma.

Acabado bachiller dejamos una etapa de nuestras vidas, seguramente, la más importante. Tantas anécdotas del instituto, tantos amigos... tanta felicidad. Pero sobre todo al acabar segundo de bachiller se siente algo muy especial... ¡CREES QUE PUEDES CON TODO!

Llega otra etapa de la vida, la universidad. Nuevas caras, nuevos aires, y nuevas amistades. La verdad es que el destino se encarga de poner a personas increibles en nuestras vidas.
Una decisión importante: decidir qué estudiar con sólo 18 añitos ¿eh?, y es que la vida da muchas vueltas.
Yo como he dicho antes, creía que lo tenía todo muy claro, y de repente, una vez empezada la carrera me di cuenta de que no, me dio rabia que aquello por lo que siempre había luchado, que todas las lágrimas que solté por si no cumplía mi objetivo, no valieron de nada. Me había equivocado, aquello que yo creía que era todo para mi, de la noche a la mañana dejó de llenarme. Después de esto, decidí hacer un cambio en mi vida, probablemente hasta ahora el más difícil, dejé la carrera. Sí, me dí cuenta de que lo mio era otra cosa, un paso duro, en efecto, pero me hizo feliz. Tenemos ese suerte, podemos elegir, y cuando estaba en pleno cambio, como he dicho antes, temí que todo lo que había hecho hasta entonces no valiese la pena, pero ahora sé que si. No importa caer, siempre que sepas levantarte, ¡pero hazlo!.

Tomar decisiones, pasarlo mal, la derrota... nos hace fuertes.

Cuando acabas la carrera...otra etapa concluida. Hay que moverse, crecemos.
Trabajar, comprarse una casa, y seguir disfrutando. Tenemos familia, y amigos, tenemos fuerza para seguir.

En cuanto al amor... Encontar una persona con la que compartir la vida, miedo a quedarnos solos...
Tus amigas están casadas, tú tienes 30 años y no tienes ni novio, ¿ es aquí cuando dejas de exigir tanto a la hora de buscar a una persona con la que compartir tu vida?. Lo que sí creo saber es que es aquí cuando la presión empieza a invadirte, tu media naranjita debe estar escalando el Everest, ¡no aparece!.

¿ Un apunte de consuelo? Espero no tener sólo una media naranja, lo que creo es que puedes encontrar persoas que te sean más o menos afines, que te atraiga más o menos, pero el amor...el amor es una explosión de sentimientos: cariño, amistad... La pasión no forma parte de él, y si forma parte, sólo los primeros meses.

A esa mujer de 35 años soltera le digo una cosa, no te conformes con el primero que pase, busca bien, y no temas a la soledad, siempre habrá alguien que decida no compartir su vida con una sola persona, y yo creo ser una de ellas porque:
- Me aburre la rutina.

- Me angustia la idea de dejar de conocer a personas increibles sólo por el hecho de estar atada a alguien.

- No creo que exista una media naranja, porque yo ya he encontrado a unas cuantas, y ellas son mis amigas.

- Me arruina pensar que un día mi libertad va a dejar de fluir.

- Llenaré esos momentos de soledad haciendo lo que más me gusta.


Al final, lo único que importa es ser feliz. Cada una de nosotras elegirá el camino que ella crea más oportuno. Nos equivocaremos, pero sabremos como rectificar. Sé que igual me equivoco, pero hasta entonces, seguire luchando contra esa presión social, no quiero que me cuenten quien soy, ni como va a ser mi vida, quiero imaginármela yo, que al fin y al cabo soy la protagonista.


"LA PETITE MORT" de seisgrados