lunes, 17 de mayo de 2010

Por esos días que sin más, son especiales...

Apago la alarma y me levanto.
Me preparo un tazón de leche y enchufo la tele. ¡ Anda! anoche cuando apagué el móbil debió desactualizarse. En mi móbil: "1 de gener del 2010". A parte de la fecha, también decidió adelantar el reloj dos horas. Acto seguido opto por acabar de desayunar y volver a la cama.

Segunda recepción del día: apago la alarma, me levanto, pongo algo de The sunday drivers y ahora sí, empieza mi día.

Recibo un SMS del chico con el que estoy quedando: "acepto tu invitación".
En fin, ayer empecé viendo el futbol en un bar, se decidía la liga y estábamos en plaza Catalunya, motivo por el cuál nos informaron que debíamos consumir como mínimo 20 euros por mesa, mi amiga y yo lo aceptamos. Consecuencia...nos hinchamos a cerveza. Afortunadamente nuestro equipo pudo celebrar la liga, y lo que empezó como una tarde de futbol acabó con una gran fiesta. Y sí, yo también soy de ese tipo de gente que cuando bebe un poco envia SMS sin querer. Bueno, eso de sin querer es un poco conflictivo, porque en el fondo quieres... ¿Por qué nuestros móviles no tienen algún tipo de protección o aviso que nos haga plantearnos si estamos seguros de enviar el SMS? Yo realmente creo que me alegro de que no exista ninguna especie de protector que nos impida dejarnos llevar por la situción. Sí, no discuto que la he cagado muchas veces con mensajitos que no deberían haver sido enviados, pero también me han dado alguna sorpresita, ¡así que a repartir amor!.

Dicho esto, intento explicaros que el "acepto tu invitación" era la respuesta a un sms enviado por mi en el cuál le contaba que mañana dejo la ciudad hasta septiembre y que si le apetecía comer conmigo. Lo que no hubiese hecho por verguenza me lo regaló mi sms imprevisto, así que gracias.

Fuí a por el chico a la boca del metro que queda cerca de mi casa. Él como siempre puntual, estaba guapisimo, además había sido lo suficientemente mono como para traer helado...
Andubimos hasta mi piso, donde disfrutamos de un rato increible, y donde me di cuenta que siempre que conozco a chicos que realmente me encantan es cuando debo dejar algún lugar.

El chico se tenía que marchar pronto, pero decidimos alargar la despedida un poco. Él tenía que recoger un trabajo y yo iba a dar un paseo, así que llevamos a cabo nuestros planes juntos. Cogí las llaves y fue aquí cuando se acercó por detrás y me dió un abrazo. Definitivamente... me alegro mucho de haberle conocido.

Un lunes soleado, paseando con el chico que me gusta.

Llegamos a Passeig de Gràcia, momento de separarnos:
- Que vaya muy bien el viaje. Cuando vuelvas llámame por favor.
- Lo haré ( sonrisa). Ha sido un placer conocerte.
Nos besamos...

Es mi último día en la ciudad. Rotundamente: ¡ODIO las despedidas!. La siguiente, mi niña manchega. Esto va a ser duro. En fin, marcho al cine.